lunes, 10 de enero de 2022

La Reina de Bastos y las dos Penélopes

 En el mazo de tarot encontramos, entre los arcanos menores, las cartas de la corte o figuras: la Sota, el Caballo, la Reina y el Rey, correspondientes a cada palo. Aquí nos ocuparemos de la Reina de Bastos. Veamos algunas de sus representaciones:




En general, las cuatro reinas del tarot representan cualidades estables y receptivas de la energía del palo del que se trate. Es por eso que vemos a esta reina sentada con seguridad en su trono, conectada con su intuición  generalmente a través de la presencia de algún animal (una leona, un gato u otro animalito, según los mazos). Pero al ser de bastos, se vincula además con la energía creativa del fuego. En el caso del tarot mítico, esta energía está presente en la leona a los pies de la reina y se ve reforzada por los leones en los culminan los brazos del trono, que nos confirman su fuerza y valentía, y que además la relacionan con el signo de Leo (en el mazo de Waite, los leones aparecen en la base del trono). Cabe observar que en un mazo inspirado en la inolvidable historia de Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll, los bastos son molinillos de pimienta (especia fuerte y de carácter, si las hay); he aquí la imagen de esa reina de bastos, con el gato de Cheshire a sus pies, por supuesto:


Del mazo The Wonderland tarot de Chris Abbey y Morgana Abbey


Aunque representada con un estilo muy diferente, es esta misma fuerza la que nos transmite la reina de Bastos en el tarot mítico. Veamos su figura ampliada para después recordar un mito muy conocido.

Del mazo The Mythic Tarot de Juliet Sharman-Burke y Liz Greene, 

con ilustraciones de Patricia Newell.


 Es interesante pensar en el personaje que las autoras del tarot mítico identifican con la Reina de Bastos. Se trata de Penélope, la esposa de Odiseo o Ulises. En la Odisea de Homero se relata que, al irse él a la guerra de Troya, ella se queda en Ítaca cuidando el reino. Pero como pasan muchos años hasta que el héroe puede retornar, ella empieza a ser acosada por pretendientes que quieren ocupar el lugar de su marido. En todo ese tiempo, Penélope demuestra su capacidad para defenderse; guiada por su intuición de que Ulises algún día regresará y por su agudo sentido de la estrategia, inventa un tejido salvador que desteje de noche para prolongar la tarea: un sudario para Laertes, padre de Odiseo; promete que al terminar el tejido se decidirá por uno de los pretendientes. Cuando esta idea ya no le sirve, entonces propone una difícil justa en la que los pretendientes deben tirar flechas con el arco de Ulises, asegurando que se casará con el ganador. De hecho, es Ulises, que ha retornado disfrazado, quien gana el torneo. Penélope no lo reconoce inmediatamente, pero intuye que puede ser él. Por eso lo somete a una prueba, hablándole de algo que solo su marido conoce: del lecho que él mismo fabricó desde el pie de un árbol de olivo. Así finalmente los esposos vuelven a estar juntos.

Penélope es sin duda una Reina de Bastos: autónoma, creativa, valiente, astuta, intuitiva y fiel en sus actos a lo que le dicta su corazón. ¿Sucederá lo mismo con esa otra Penélope que todos conocemos por haber cantado mil veces la canción de Joan Manuel Serrat? Para quien no recuerde la letra, pueden escuchar la canción en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=GXGYBybj5qo

Veamos cómo es la Penélope de Serrat. Sin dudas notamos algunas diferencias con la del mito, ya que la Penélope de la canción queda detenida en el tiempo al alejarse su amante. Además, su reloj es "infantil", es decir, carece de la madurez de la cual la esposa de Ulises hace gala y que le permite ser creativa en la espera.


Pobre infeliz,

se paró tu reloj infantil

esa tarde plomiza de abril

cuando se fue tu amante.


Esta Penélope, en lugar de poner en juego su creatividad, se inmoviliza, sumida en la nostalgia. En vez de tejer una estrategia, teje sueños que nunca se realizarán. 


Dicen en el pueblo

que el caminante volvió

y la encontró 

en su banco de pino verde.

La llamó "Penélope,

mi amante fiel, mi paz,

deja ya de tejer sueños en tu mente".


Atrapada en ese tejido, tampoco desarrolla su intuición y entonces no reconoce a aquel que esperaba cuando finalmente va a buscarla.

"Mírame, 

soy tu amor,

regresé".

Le sonrió 

con los ojos llenitos de ayer,

no era así su cara ni su piel:

"Tú no eres quien yo espero".


Definitivamente, esta Penélope se ahoga en sus emociones, como una reina de copas que, en desequilibrio, no encontrara cómo canalizar sus sentimientos. No es una Reina de Bastos, como la esposa de Odiseo. Estancada en el pasado, queda al final de la canción en el mismo lugar donde todos esos años esperó a su amante:

Y se quedó

con su bolso de piel marrón

y sus zapatitos de tacón

sentada en la estación.


Estos personajes sin duda nos enseñan algo sobre las diferentes energías que podemos encarnar en ciertos momentos de nuestra vida. Quizás también nos recuerden a alguna persona conocida... Preguntémonos qué Reina de Bastos hay ahora en nuestro entorno; seguramente podremos aprender mucho de ella.




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